domingo, 6 de septiembre de 2009

JUEGO PELIGROSO

La democracia se sostiene sobre unas reglas que a la vez que claras son delicadas. La división de poderes, la transparencia y la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones son los pilares en los que se asienta el entramado institucional de las sociedades avanzadas a las que sin duda pertenece la sociedad española tras la transición política, y que de forma tan clara recoge nuestra Constitución. Más de treinta años de convivencia democrática en nuestro país ha sido el fruto que hemos recogido por acatar esas reglas del juego. Bien es cierto que ello en primer lugar supuso enterrar los fantasmas de las “dos españas” y con ello la renuncia de la memoria de unos y de los privilegios de los otros para adaptarnos todos a unas nuevas formas de relación donde el interés general, la modernización y el respeto a quienes piensan de otra manera son imprescindibles para seguir fortaleciendo eso que llamamos la democracia.
La alternancia en el poder de la derecha democrática representada por el PP y la izquierda del PSOE han supuesto la superación de esos miedos a la libertad y la consolidación democrática de nuestra convivencia.
Durante este tiempo llama la atención el comportamiento del PP cuando está en la oposición, ocurrió durante los gobiernos de Felipe González y está pasando desde la llegada al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2004, por su dureza y su falta de miramiento no sólo con el gobierno (hasta cierto punto aceptable) sino con las reglas del juego democrático. Debilitar al adversario político tiene unos límites que son los del respeto a la arquitectura política e institucional que sostiene nuestra convivencia. La acusación reciente de escuchas a miembros del PP exceden los límites aceptables del juego político democrático, por atentar directamente contra la estructura del Estado (policía y fiscalía tienen muy claras sus funciones en nuestro ordenamiento jurídico). Por eso, no cabe en democracia acusar sin pruebas como ha hecho la Sra. Cospedal, o acusar y luego rectificar como ha hecho la Sra. Aguirre, o poner en duda la libertad de prensa (que conoce y difunde información) como hace el Sr. González Pons, mientras el Sr. Rajoy entre los casos “Gurtel” y “Palma Arena” no sabe, no contesta.
Sólo cabe que vayan a los tribunales y denuncien pero que no jueguen sucio. Sras. y Sres. del PP dejen de jugar a debilitar la credibilidad de nuestro estado de derecho porque ese es un juego peligroso, se llama desestabilizar y es intolerable en democracia.

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