miércoles, 1 de diciembre de 2010

DESEO DE EUROPA

“Puede que en Europa nos hayamos vuelto escépticos ante grandes palabras como libertad, responsabilidad, igualdad de derechos y similares. Pero basta haber visto de cerca la sorda servidumbre que convierte a criaturas de Dios en seres tristes y temerosos para que uno se libere, como de un mal sueño, del sentimiento de desánimo y vuelva a recobrar la sensatez , que nos exhorta a creer en las sencillas metas de una existencia humana digna y a comprometernos en su consecución”*

La presión sobre la deuda de los países de la zona euro pretende no sólo atacar las economías nacionales, más bien pretende acabar con la fortaleza de la moneda europea frente al dólar u otras. Europa debe evitar a toda costa las consecuencias nefastas que de ello se derivarían, y por decirlo con claridad, eso sólo será posible con más Europa, dicho de otra forma, para salvar económicamente a Europa hace falta más política europea. Ahora que el euro está siendo amenazado por los movimientos especulativos de los mercados y vivimos tiempos de incertidumbres; cuando tenemos la necesidad de buscar respuestas a los problemas económicos que nos atenazan conviene más que nunca reforzar la idea de Europa en el ámbito internacional. Como ya sabemos la falta de control político del mercado ha hecho que éste se desborde en su afán de crecer y la especulación se apodere de la economía, con la paradoja de que son los estados los que han salvado a los sistemas financieros que en su voracidad especulativa vuelven a atacar a esos estados cuando se endeudan para salvar a la economía.
Cada país debe hacer sus deberes y cumplir los objetivos de ajuste, de reducción del déficit. Hasta ahora se han hecho planes de rescate para los países en peor situación, ahora hay que ir más allá, es el momento de que el Banco Central Europeo actúe, tal como se está proponiendo desde España, y empiece a comprar deuda pública para contrarrestar los vaivenes de los mercados, tal como hizo la Reserva Federal de Estados Unidos.
Sin duda los veintisiete países de la Unión representan, aún con crisis, un espacio de libertad, justicia y bienestar que no encuentra paralelismo en ningún otro lugar del mundo, la Europa de la libre circulación de personas y capitales requiere de un control, de unos límites y de un liderazgo para mantener la Europa social que es lo más valioso de la idea de Europa.
Este fin de semana he asistido como observadora electoral de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) a las elecciones legislativas de Moldavia, un país de Europa, aunque aún no integrado en la Unión. Todos los miembros de la observación internacional hemos conocido un país pobre que anhela democracia y progreso, con escasas infraestructuras, con graves problemas de corrupción, un alto nivel cultural de su ciudadanía, unas gentes alegres y expansivas que suponemos en relación a su lengua latina y, sobre todo, nos ha llamado la atención sus profundos deseos de ser europeos, sus espacios públicos inundados de banderas europeas, su afán por pertenecer a Europa.
*Annemarie Schwarzenbach en “Todos los caminos están abiertos” Colección Viajes Narrados. Editorial Minúscula.

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