sábado, 7 de noviembre de 2009

AYALA, REFERENTE ÉTICO

Ha muerto Don Francisco Ayala García-Duarte una de las figuras más importantes que ha dado la cultura española. Su proyección es sin duda universal, pero es también uno de los más insignes granadinos. En palabras de Luis García Montero, Comisario de su Centenario celebrado en 2003, Francisco Ayala es un referente moral en la España del siglo xx.
Además de su importancia como narrador y ensayista ha sido un modelo de comportamiento cívico que ha dado ejemplo de actuación moral en las difíciles situaciones históricas de la España contemporánea.
Defendió los valores democráticos de la II República y fue leal al Gobierno legítimo hasta el punto de volver a España desde Chile, donde se encontraba al inicio de la guerra civil. Desde 1936 hasta 1939 sirve a la República como funcionario del Estado, desempeñando el puesto de secretario consejero de la delegación en Praga. Partió al exilio tras el triunfo de las tropas rebeldes, viviendo largos años, desde 1939 a 1975, en países sudamericanos (Argentina y Puerto Rico) y en Estados Unidos, y sus libros estuvieron prohibidos durante el franquismo.
No volvió a su ciudad hasta 1960, en su primer viaje a España tras el largo exilio, a esa Granada de la que él mismo dijo que le quedaba todo porque “el sitio donde uno ha nacido marca las primeras huellas que el mundo deja en la conciencia del ser humano y eso es indeleble, la huella de la primera juventud no se borra”. Granada está presente en muchas de sus obras, entre las que destacan El Jardín de las Delicias y Recuerdo y Olvido.
Ayala recibió los premios literarios más prestigiosos, como los nacionales de las Letras y de Narrativa o el Premio Cervantes, y fue objeto de numerosos reconocimientos en Granada y en Andalucía.La Fundación Ayala, muy bien dirigida por Rafael Juárez, nació en 1998 y desde noviembre de 2005 cuenta en su patronato con todas las instituciones granadinas: Ayuntamiento, Diputación y Universidad, además de la Junta de Andalucía, y con una sede permanente en el palacete del Alcázar Genil.
A quienes hemos tenido el privilegio de conocerlo nos permitió compartir su fina inteligencia, su acida ironía, su vivísimo sentido del humor.
Ahora que no está, nos queda su obra y aprender de ese humanismo riguroso que siempre practicó.
Sirvan estas palabras de homenaje de gratitud y respeto por su legado intelectual y su magisterio en honestidad y coraje cívico.

No hay comentarios: