domingo, 31 de enero de 2010

CREER

En India la vida de la gente está impregnada por la práctica del Hinduismo y su convicción de que tras sucesivas reencarnaciones obtendrán la felicidad definitiva les hace aceptar su destino. Por eso seguramente su aguante y su austera dignidad. Hablamos de un país de los llamados emergentes con más de un millón trescientos mil habitantes, más del setenta por ciento de ellos vive por debajo del umbral de pobreza. Es preciso mejorar la gobernanza y fortalecer la institucionalización, en un país marcado por la diversidad cultural y religiosa, y el apoyo de la comunidad internacional a los avances en relación al desarrollo humano.
El pasado fin de semana he participado, junto con José Antonio Pérez Tapias y otros miembros de la Delegación Española, a una misión como observadora internacional, de la Asamblea Parlamentaria de la Organización y Cooperación Europea (OSCE), a las elecciones de Ukrania. Hemos visto una sociedad educada en los valores de la colectividad y una ciudadanía que espera del Estado mucho más de lo que este le puede dar. El país está sumido en una profunda crisis económica y política y soporta un largo relato de casos de corrupción y de vinculación entre la oligarquía económica y la clase política. Los ucranianos y ucranianas fueron a las urnas con el deseo de reforzar su democracia eligiendo a un presidente que respete las reglas internacionales y conduzca al país por la ruta del progreso y de la modernidad.
El respeto a los compromisos internacionales en el proceso electoral y el comportamiento cívico en los colegios electorales explican los avales internacionales en relación al cumplimiento de la legalidad en las elecciones. Me gustaría que los resultados del siete de Febrero, que se producirá la segunda vuelta, sirvan para que todas las mujeres, que contaban papeletas electorales y se paraban a votar cada duda en relación al cumplimiento del reglamento electoral, puedan como los hombres, mejorar sus condiciones de vida y seguir confiando en el estado y las instituciones como instrumentos para conseguir una buena vida en común. De todas formas supimos que desde la independencia, tras el desmoronamiento de la URSS se están reconstruyendo muchas iglesias en Ukrania….
Mientras en nuestro país asistimos al debate sobre inmigrantes a los que se les quiere negar la inscripción en los censos municipales con la consecuencia de la perdida de los servicios educativos o sanitarios. Ellos necesitan una posición unánime, del estado y sus instituciones que junto con la ciudadanía, reafirme el respeto a nuestro ordenamiento jurídico y los principios democráticos que rigen nuestra convivencia.
También Haití, o lo que queda de Haití requiere de una acción internacional inmediata y eficaz que permita recuperar lo que sea posible de esta catástrofe tratando de reparar tanto dolor.
Hasta ahora no parece que estemos a la altura de una situación tan dramática, y todos nos preguntamos sobre la capacidad de la solidaridad internacional.
Lo peor que nos puede pasar como sociedad es no creer en que seremos capaces de hacerlo.

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