“El civismo como conjunto de valores para poner en juego en el espacio común se aprende en casa, en la familia, en la escuela, en los medios de comunicación, la sociedad entera debe educar en ese sentido y también la ciudad como escenario por excelencia de la convivencia ha de educar o regular, y por ello es razonable que se pongan límites a determinados comportamientos desde el ámbito local”*
La Subdelegación del Gobierno acaba de publicar que la delincuencia ha bajado en nuestra provincia (un 5,5%) y más aún en la ciudad (un 8%) y si se refiere a los diferentes distritos: Distrito Sur, los delitos y faltas descendieron un 15%, en el Distrito Centro un 8%, y en el Distrito Norte un 5,3%.
Es una magnífica noticia que revela que Granada tiene unos buenos niveles de seguridad pública para disfrute de sus habitantes y de quienes nos visitan.
Coincide con la publicación de estos datos el conocimiento de quejas sobre la aplicación de la Ordenanza de Convivencia por parte del Ayuntamiento de Granada. La aprobación de dicha Ordenanza Municipal en el Pleno del Ayuntamiento de Granada se produjo en Septiembre de 2009. Trabajé con mis compañeras y compañeros concejales en relación a la posición política que mantuvimos al respecto del debate de la Ordenanza e, incluso participé en actos públicos invitada por el Defensor del Ciudadano ( todo ello relacionado con mi trabajo de Portavoz en la Comisión de Interior del Senado y por tanto por mi trabajo político en temas de seguridad y género).Lo hice entonces, y ahora también me muestro a favor de que los ayuntamientos regulen los usos de los espacios públicos , corresponde al municipio en sus políticas de proximidad garantizar la convivencia pacífica y el orden público como garantía de la seguridad colectiva.
Mantengo que todos y todas estaríamos de acuerdo en calificar como tales a las más de doscientas conductas incívicas que se recogen en la norma municipal, a nadie le parecen tolerables actos como defecar u orinar en la calle, solicitar o prestar servicios sexuales, mendigar, realizar pintadas, producir ruidos o cualquier otra actividad molesta e incluso atentatoria de la dignidad y derechos de las demás personas.
El espacio público requiere de reglas precisas para que la relación entre libertad y seguridad sea equilibrada y por eso les decía, en Noviembre de 2009, que se debía ser escrupuloso en la aplicación de la Ordenanza para evitar la criminalización de quienes por razones de exclusión social o marginación puedan realizar actividades que generan alarma social, por lo que es imprescindible que las administraciones dispongan de recursos para la prevención y la atención de estas personas.
Hoy volviendo a Michel Foucault con “Vigilar y Castigar”, he recordado lo que les dije entonces, la Ordenanza de Convivencia no puede ser un mero instrumento represor de conductas inadecuadas, por eso es exigible al Ayuntamiento transparencia en su aplicación y la realización de políticas educativas de fomento de la convivencia, y sociales para eliminar las desigualdades, porque la igualdad es condición para la libertad, sin ellas no hay seguridad. Entendiendo la seguridad como un bien público sería conveniente la revisión de la Ordenanza a través de un gran acuerdo cívico entre todas las granadinas y granadinos, de todos los barrios, de todas las sensibilidades, de todas las edades. Desde esos principios vigilaremos a quienes nos vigilan.
* “REGULAR LA CONVIVENCIA” María Escudero en “Público y Privado” Diario GRANADA HOY 11 Noviembre de 2009.
miércoles, 16 de febrero de 2011
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