miércoles, 25 de mayo de 2011

MÁS Y MEJOR POLÍTICA

La derrota electoral del PSOE el pasado domingo exige en primer lugar reconocer que hemos perdido, o lo que es lo mismo, que no hemos hecho bien las cosas, o que no hemos sabido explicarlas. Y, de forma inmediata realizar un riguroso análisis que permita tomar las decisiones necesarias para recuperar la confianza de la ciudadanía. Además debemos hacerlo con humildad, autocrítica y realismo.
Antes de intentar compartir con ustedes algunas reflexiones mediadas todavía por la cercanía, me gustaría agradecer el apoyo de quienes han seguido confiando en nosotros y felicitar al PP por su triunfo.
El partido socialista ha perdido un millón y medio de votos, sólo un tercio de ellos los ha ganado el PP y una minoría IU y UPyD, la mayoría de ellos han sido votos en blanco.
Muchos son los factores que han influido en nuestra derrota electoral, seguramente la desazón y la desesperanza de quienes están sin empleo sea el más determinante de ellos. La gestión de la crisis económica que nos obligó a realizar unos durísimos ajustes en mayo pasado para evitar que nuestro país fuera intervenido por la Unión Europea nos ha alejado de nuestro electorado, que ha visto la imposibilidad de que la política gobierne a la economía tal como siempre hemos propuesto desde la izquierda. Peor aún, son los que menos tienen los que han sufrido las consecuencias de esos ajustes a pesar del esfuerzo realizado en políticas sociales para mantener la cohesión social.
Comprendo, aunque me duela, a quienes dicen que la protesta de los indignados no es la causa de la derrota del PSOE, sino su consecuencia.
La aparición del llamado movimiento 15M( con toda su pluralidad y complejidad) reclamando más democracia y una política que responda de forma clara a la satisfacción de las necesidades humanas, estoy convencida de que es una vindicación de esos jóvenes reclamando más políticas de izquierdas y sobre todo otra manera de hacer política.
Ha fallado la socialdemocracia, al menos no ha estado a la altura de lo que esperamos de ella. Por tanto, creo necesario un replanteamiento en profundidad del fondo y de las formas con que hacemos política los y las socialistas, eso pasa por reconocer nuestras equivocaciones, por instar a la socialdemocracia en Europa y en el mundo a que no se pliegue a las exigencias del mercado y a exigir regulaciones y controles. Para ello debemos fortalecer nuestros valores, ya que ahora más que nunca son necesarios para construir alternativas realistas y posibles que den satisfacción a las necesidades de las personas, al interés colectivo y que permitan seguir corrigiendo las desigualdades, territoriales, sociales y culturales.
Debemos hacerlo cuanto antes con o sin primarias, pero ya, porque la política tiene que estar al servicio de la ciudadanía y todo el tiempo que perdamos en autocontemplarnos se lo estamos quitando al que debemos dedicar a resolver los problemas de la gente, que es nuestra razón de ser.

jueves, 19 de mayo de 2011

INDIGNACION Y CONFIANZA

El éxito de la convocatoria de “democracia real” en diferentes ciudades de nuestro país tiene alterados a los opinadores y consternados a los políticos, bueno, a todos no, a los del PP los tiene muy contentos porque se da por supuesto que quienes se manifestaron el domingo son gente de izquierda insatisfecha de la política, por lo que cabe suponer dejarán de votar a los partidos de izquierda. Parece que se hace evidente la distinción establecida por Hannah Arendt entre lo político y lo social, pero también la paradoja de quienes protestando por las políticas que se están realizando, especialmente contra la crisis, lo que parecen demandar es más política para poder atender lo que consideran las “verdaderas” necesidades humanas.
Tal como dice Tony Judt en “Algo va mal” aunque se critique a la política nunca vemos a nadie que proteste porque se hagan hospitales, escuelas o teatros. La reflexión para quienes estamos en la política (al menos los de izquierdas, otros tienen otras preocupaciones) es qué política hacemos y a qué objetivos servimos. El 15M mostró la decepción de la gente por el dominio del mercado sobre la política. Quieren que la política dirija al mercado, y no al revés, como le interesa a la derecha. Mientras, la izquierda está presa de una gran debilidad consecuencia de una falta de confianza y abocada a realizar una profunda reflexión de la que deben salir fortalecidos sus propios valores.
Sin confianza no hay política, democrática al menos, y ésta es un delicado tesoro que se otorga a las instituciones, al sistema, pero también a los políticos que gestionamos los poderes públicos. La participación es el instrumento que la ciudadanía tiene para administrar su confianza, concederla o denegarla con su voto, pero también con sus críticas, sus aportaciones.
La indignación y la desconfianza nos pueden llevar después del día 22 a más indignación por los resultados derivados de la incomparecencia de quienes somos más críticos, de quienes somos más exigentes, de quienes esperamos más de la política, de los que creemos que tiene que servir para resolver los problemas de la gente, especialmente de los que menos tienen.
El domingo Granada nos convoca para elegir a las personas que van a dirigir nuestro ayuntamiento en los próximos cuatro años, la institución más cercana que puede hacer mucho por nuestra calidad de vida, por la creación de empleo, por la cultura…Nuestra ciudad necesita un cambio para que el interés público prevalezca sobre los intereses privados, para abandonar la bronca y evitar la confrontación entre instituciones, para luchar contra el desequilibrio de los barrios, un cambio para generar confianza en nuestras propias capacidades para crear empleo, para mejorar nuestros barrios, para avanzar, para que el ayuntamiento esté al servicio de la ciudadanía Para eso somos todos necesarios, imprescindibles.
Me aterra pensar que tanta indignación nos paralice y sean otros, los que no se indignan, los que ganen. Para que podamos exigir vayamos a votar el domingo. Para cambiar las cosas, para convertir nuestra indignación en propuestas votemos izquierda. Yo votaré a Paco Cuenca, para que cambie Granada.

miércoles, 11 de mayo de 2011

INTERESA GRANADA

Me ha sorprendido mucho que ciudadanos en la calle, inmersos como estamos en la campaña electoral, nos pregunten si lo que se elige el día veintidós es al alcalde de Granada. Eso hace pensar que quienes tenemos más responsabilidad, los partidos políticos y las candidaturas, no estamos teniendo todo el cuidado que requiere la convocatoria de una cita electoral. Es verdad que el PP cree que le interesa llevar al debate de las municipales la situación política general, ya sea en las comunidades autónomas o en todo el país. Se equivocan, estoy convencida, porque en democracia es tan fundamental lo que se propone como la forma en la que se hace. Lo que decidimos en las elecciones municipales es el gobierno de nuestra ciudad, y por tanto, distraer o hurtar el debate sobre las políticas de proximidad, el tráfico, los impuestos municipales, el transporte público, sobre nuestra calidad de vida en el entorno más cercano es despreciar las reglas del juego, y hace pensar de quién lo hace, que es exclusivamente en su propio interés.

No se entiende en Granada la negativa a debatir, hasta ahora, del candidato del PP con Paco Cuenca, seguramente son conscientes de que hay anhelo de cambio de alcalde en Granada y de la falta de credibilidad de quién empezó prometiendo una “Expo” para nuestra ciudad (concedida por el gobierno de su partido a Zaragoza), un tranvía por el centro que ocho años después, hoy mismo, puede ser “un autobús grande”. Dos mandatos que han hecho de Granada una de las ciudades más caóticas en cuanto al tráfico y al ruido y la “campeona del botellón”. Un alcalde que es un tapón y una rémora para la ciudad por su incapacidad de ponerse de acuerdo con otras instituciones y de escuchar a los propios granadinos y granadinas, sobre todo a los que más lo necesitan.

Ahora es el momento de llamar a la participación, de proponer, de exponer, de debatir qué ciudad queremos. La ciudadanía nos exige cercanía, compromiso y rigor, y rechaza a quienes ensucian la campaña.
Lo que ahora está en juego es el futuro de nuestra ciudad y lo que tenemos que elegir es un alcalde capaz de generar confianza, con ganas y con fuerza para lograrlo.
El proyecto socialista de Paco Cuenca tiene en la cultura y el patrimonio cultural una de sus fortalezas, entendida como un derecho de ciudadanía y como recurso económico. Hemos hecho un programa compartido con las gentes de la cultura de Granada y nos hemos comprometido a elaborar un Plan Estratégico de la Cultura y a crear un Consejo Municipal de la Cultura con el propósito de impulsar la producción, la promoción y difusión de las artes escénicas, musicales, cinematográficas y literarias. Trabajaremos para la ampliación de la Declaración de Patrimonio Mundial a la ciudad renacentista y barroca, haremos un plan de usos de los monumentos…
Queremos y podemos conseguir recuperar la referencia cultural de nuestra ciudad en nuestro entorno próximo y en los ámbitos nacional e internacional.

miércoles, 4 de mayo de 2011

LA RÉMORA

Me impresionó la primera vez que conocí la famosa cita de Federico García Lorca “en Granada se agita la peor burguesía de España”, en muchas ocasiones después he recordado esas palabras.
Resulta fácil identificar a los herederos ideológicos de esa burguesía, ahora ya arropados por una democracia conseguida por todos, los que se creen portadores de “las esencias granadinas” y los únicos capaces de dirigir la ciudad.
Esa derecha actual de amplio espectro, como se sabe en el PP hay demócratas y moderados conviviendo con extremistas y exaltados que a duras penas aceptan las normas mínimas que garantizan las reglas del juego democrático.
Hoy ( ayer para ustedes) en el Senado, por segunda vez en dos semanas, se usa la mentira para intentar echar del poder a quién durante muchos años lo ha conseguido de forma legítima, y todo vale, a quién le importa si se debilita a Caja Granada, si con ello se sacan réditos políticos.
Siempre dispuestos a boicotear todo para desgastar a quienes gobiernan en la Junta o en el Gobierno de España: el metro, el Parque de las Ciencias, el Milenio, Cetursa , los vuelos internacionales, la Alhambra, el tren de alta velocidad, la A7 ,o lo que sea, que aún siendo necesario para la ciudad les pueda reportar unos poquillos de votos recabados con el agravio y el victimismo. Todo les vale con tal de que sean ellos los que detenten el poder, todo hasta lo que hace daño al conjunto de la ciudadanía y aunque perjudique a Granada.
Mientras otras ciudades gobernadas por su partido, por ejemplo Málaga, avanza en inversiones, en museos, en infraestructuras y en progreso y desarrollo económico, en definitiva.
A pesar de su insolencia, el PP en el Ayuntamiento de Granada ha realizado una nefasta gestión económica que ha conducido a la ciudad a una ruina económica llevando a pequeñas y medianas empresas prestadoras de servicios municipales a su destrucción, con el consiguiente coste en empleos y en tejido empresarial y el deterioro de servicios públicos tan importantes como la limpieza, el transporte o la conservación de nuestros espacios verdes. Sólo empresas afines se han salvado (algunas tan cercanas como que eran propiedad de algún edil del PP), así el dinero recibido por parte de los planes de inversión de la Junta o del Gobierno de España se ha adjudicado a esas empresas “próximas” en lugar de repartir esos contratos de una manera equitativa entre las empresas granadinas.
El despilfarro más propio de nuevos ricos que de gestores públicos que ha invertido cantidades astronómicas en algunas calles del centro o en la televisión municipal, se contrapone a la escasez de inversiones en los barrios más necesitados de la ciudad. Además debemos añadir a estos desastres la “aparición” de más de siete millones de euros de facturas impagadas que no están en la contabilidad oficial municipal. El comportamiento político del PP de Granada está contaminado de provincianismo, de clasismo, de clientelismo, de arrogancia y, desgraciadamente, en su gestión pública lo demuestran cada día, pero lo peor es su incapacidad de anteponer los intereses de la ciudad a sus intereses partidarios, son una auténtica rémora para Granada.